Cuando
el vaginismo impide concretar la penetración
en parejas heterosexuales
Introducción
Llamamos
“coito no consumado” a lo que se conoce en sexología como “matrimonio no consumado” que es la
imposibilidad que tiene una pareja heterosexual de realizar el coito
a pesar de haber intentado la
penetración vaginal durante varios meses.
Según Alfred Kinsey (U.S.A. 1894-1956) en un estudio
sobre 18.000 entrevistas, la incidencia de este fenómeno es de un 2 % de las
parejas en edad de copulación.
Si bien su causa puede tener un origen orgánico como en las enfermedades y
anomalías anatómicas femeninas o masculinas,
estas no suelen ser frecuentes en
los que nos consultan.
En cambio las
que provienen de una causa psicológica
como lo son los casos de trastornos de
ansiedad, fobias, episodios traumáticos son las que regularmente
buscan en la psicoterapia la solución a su problema.
En nuestra experiencia la mayoría de las veces estas
disfunciones tienen un origen psicosexual asociado. Es el caso del vaginismo y la dispareunia en la mujer y la disfunción
erectiva y eyaculación precoz en el
hombre, y o la erotofobia en los dos.
En estos últimos casos hemos observado además la
incidencia que los factores culturales, religiosos y cognitivos tienen en la producción de este síntoma.
Si bien en este trabajo tomaremos en cuenta todas
las variables que intervienen en la
construcción de esta dificultad en la relación sexo genital, nos focalizaremos aquí en la
terapia de las parejas heterosexuales en las que es el vaginismo de la mujer lo que impide la penetración.
Por lo tanto aunque no en todas
las parejas que no pueden consumar el coito, la mujer padece de
vaginismo, dada la alta frecuencia con que se produce, nos centraremos
aquí en el tratamiento de aquellas en
las que ambas disfunciones se presentan
asociadas.
El vaginismo es la contracción involuntaria de los
músculos perineales que impiden la penetración o la introducción de algo en su interior. Consiste en la aparición
persistente de espasmos involuntarios de la musculatura del tercio externo de
la vagina frente a la introducción del pene, los dedos o el espéculo.
Es un problema que sufren muchas mujeres y que
limita su vida sexual. Suele provocar dolor o dispareunia.
Cada vez que la mujer intenta introducir algo en su
vagina, así sea su propio dedo, los
músculos del suelo de su pelvis responden con una contracción de las paredes
vestibulares en forma refleja que al impedir su apertura, le hacen creer que su vagina es un espacio cerrado,
inaccesible en el que no hay lugar para nada en su interior.
La contracción involuntaria de las paredes vaginales
que se produce al intentar ingresar algo
en su cavidad, provoca una sensación de dolor que realimenta la presión refleja
que ella efectúa nuevamente con sus músculos perivaginales, creando así un
círculo vicioso de contracción- dolor-contracción.
Con esta experiencia ella construye la creencia de que
le es imposible una penetración sin sufrimiento lo que refuerza su miedo al dolor y así se instala progresivamente un sistema muscular de alerta en
la que cada contacto se convierte en una verdadera amenaza a su intimidad.
A nivel somático, hemos podido observar además que
la mujer con vaginismo padece de una tensión generalizada en todo su cuerpo más
allá de los genitales.
Y un dato interesante que obtuvimos en nuestra
investigación de este fenómeno es que las mujeres con vaginismo presentan
también la mayoría de las veces un cuadro de bruxismo mandibular y un tono muscular elevado en todo el cuerpo y
particularmente a nivel cervical y laríngeo.
Independientemente de su situación somática es muy común observar en estas mujeres signos
de inhibición en otras áreas de la conducta, donde se presentan a veces
rasgos de timidez, inhibición social, inseguridad, baja autoestima,
autoexigencia, culpabilidad, y hasta la presencia de cuadros fóbicos respecto a
diferentes situaciones como nadar, conducir un auto, viajar en avión etc.
Nos sorprendió también comprobar la falta de
información sexual con la que muchas mujeres cuentan en relación a su anatomía
genital.
Hasta en profesionales universitarias encontramos que
muchas mujeres tienen, independientemente de su edad, un gran desconocimiento
sobre la morfología y funcionalidad de su vulva. La ubicación anatómico
espacial de la misma no la deja muy disponible a su vista.
Consideremos además que la mujer heterosexual no ha tenido tampoco en general
contacto visual con otra vulva como suelen tener los hombres con sus genitales
y con los de su pareja sexual, por lo que ella los conoce en general menos que
su partenaire.
Entre los miedos posibles que manifiesta una mujer
con vaginismo, cuando se indaga un poco más, están también los referidos al
embarazarse con lo que daría en evidencia social o familiar el ejercicio de una
sexualidad adulta y o la experiencia de
parir por la que por ende sería necesario atravesar.
Pero una de las características que más hemos podido
encontrar en casi todas las consultantes es una educación familiar muy rígida y
la mayoría de las veces con una rigurosa
y culpabilizante instrucción religiosa. Generalmente subyacen los mensajes
persecutorios y condenatorios de una sexualidad genital placentera que se ponen
en contradicción con el mandato social de formar una familia y engendrar hijos.
Curiosamente, por otra parte, no hemos visto, como
hubiéramos pensado en el inicio de nuestro trabajo en este área, demasiados
casos de mujeres con vaginismo que hayan padecido de abuso sexual, o
experiencias relacionales traumáticas, lo que no significa que éstas no suelan dar
también origen a este tipo de
disfunciones.
En relación a los varones pudimos observar que
también son personas inseguras, con dificultad para tomar iniciativas y
enfrentar situaciones nuevas, un poco
tímidos, con poca o ninguna experiencia sexual, y a veces presentan
algún tipo de fobia sexual. También es
común que presenten problemas en su desempeño sexual como eyaculación precoz o dificultades con la erección.
Con respecto a la relación de pareja, es interesante
señalar que lejos de lo sospechado, estas parejas mantienen por lo general
una sexualidad no coital muy
satisfactoria y orgásmica. El juego
sexual es variado y en su diversidad
incluye los estímulos orales, manuales y hasta el coito anal.
Además
comparten un sentimiento de complicidad por el secreto sobre su síntoma
que los hace sentir más unidos.
También observamos en algunos una actitud
sobreprotectora de uno de los miembros hacia el otro y es común que los
miembros de la pareja mantengan entre sí una relación fraterna.
La demanda de tratamiento no aparece en general por
la búsqueda del placer como se podría suponer sino que en muchos casos ante el deseo de mater-paternidad, sobretodo si la
mujer supera ya los 35 años y su posibilidad y capacidad reproductiva comienza
a decrecer.
En otras parejas, la consulta aparece porque dicen
que no quieren sentirse diferentes o “anormales”.
Otros temen perder a su pareja o que él o ella
encuentre otra u otro con quien sí pueda concretar el coito.
Algunas veces
la amenaza concreta de un integrante de la pareja de abandonar la relación si
el otro no hace algo por “curarse” puede motivar la consulta.
También aparecen situaciones de mujeres que nunca
han tenido una relación coital o la intentaron tener muchos años atrás sin
éxito con una relación ocasional y que luego desistieron de formar pareja y
repentinamente conocen a alguien con quien quisieran establecer una relación.
De tos modos, y sobre todo en la mujer suelen pasar entre dos a quince años entre la
aparición e identificación del problema hasta que llegan a consultar.
Pero el problema es que una vez que tienen el diagnóstico
no dan con el tratamiento eficaz
En esta cuestión nos hemos encontrado especialmente
con muchas mujeres, que deambularon durante
años por diferentes consultorios de colegas
de psicoterapia, o de psicoanálisis y hasta de sexólogos clínicos, que
pretendiendo resolver el síntoma con las herramientas propias de sus
respectivas disciplinas desalentaron a la consultante a explorar otro tipo de
abordaje.
Seguramente el desconocimiento de la existencia de
un tratamiento específico de abordaje somático psico sexual para estos
casos pudo haberlos llevado a suponer
que con la palabra como recurso terapéutico bastaría para dar solución al vaginismo. Entender las causas que lo
originaron o modificar las conductas
relacionales resultantes o contemplar los
sistemas de pareja y familia que sostienen el síntoma o mismo cuestionar
las creencias que subyacen al mismo, en nuestra experiencia, no curan un
síntoma que ya está somáticamante instalado.
Hemos recibido pacientes que han estado en terapia
durante más de diez años en la búsqueda de una solución a su problema pero si bien han trabajado sobre otros aspectos de
su vida, no han logrado poner fin a su vaginismo.
Un trabajo interdisciplinario se impone en estos
casos. La paciente que inicia un
tratamiento somático psicosexual podrá continuar con su terapia previa , con el
enfoque del que se trate y el intercambio
de perspectivas favorecerá los resultados del tratamiento .
Lo mismo sucede con la consulta ginecológica
que ante la imposibilidad de examinar a
la paciente con vaginismo, muchos médicos no especializados en el tema, cuando en el mejor de los casos le
recomiendan hacer psicoterapia, no le indican, en general por desconocimiento, un tipo de tratamiento específico con
abordaje somático psicosexual.
Por eso para algunas pacientes la consulta
ginecológica resulta iatrogénica en cuanto refuerza sus temores sobre la
irreversibilidad de su síntoma y para peor van postergando los necesarios estudios de rutina para la
prevención de enfermedades oncológicas o para dar solución a cualquier otro
problema de salud que padezcan a nivel de sus genitales.
Cómo
llegan a la consulta?
Teniendo en cuenta
que las parejas con este problema no comparten su situación
prácticamente con nadie, es muy difícil que aún cuando hayan logrado su alta,
recomienden a otros que padecen del mismo síntoma a que nos consulten. Esta situación
torna difícil la posibilidad para los pacientes
de dar con un profesional idóneo
para resolver su problema.
Afortunadamente las digitalización de la información
puso al alcance de cualquiera que lo solicite
los recursos con los que atender diferentes temas de salud. En el caso
del coito no consumado, las parejas que quieren mantener su secreto, hoy pueden
pedir ayuda en forma anónima vía internet.
Es así como he recibido la consulta de la mayoría de los
casos que atendí hasta ahora.
Una nota periodística con un testimonio de una mujer que resolvió por medio del
tratamiento este problema sexual con su pareja, publicada en un medio de difusión
digital para mujeres, resultó ser una vía muy apropiada para que varias otras
hayan accedido a este tipo de
tratamiento.
La derivación de los colegas tanto del área de la salud psicológica como
ginecológica son por otra parte fundamentales ya que pueden hacer el
diagnóstico para que un tratamiento de este tipo pueda iniciarse.
Tratamiento
Abordaje
El tratamiento que proponemos integra diferentes
perspectivas: somática, psicosexual, psicoeducativa, sistémica, y cognitiva
conductual.
Por un lado su abordaje somático, sea probablemente
su aspecto más singular.
La idea de que
el síntoma es la expresión de un cuerpo viviente o soma en el que todas
las dimensiones humanas están involucradas, nos permite diseñar estrategias que
a través de ejercicios corporales la
mujer se pone en contacto con su historia, sus creencias, sus imposibilidades y
sus potencias
Esto significa que el tratamiento se realiza partir de consignas corporales auto administradas en la que la
terapeuta guía y monitorea a la mujer mientras la misma las realiza durante el
curso de la sesión.
Esto ha significado un aporte diferente a las
clásicas tareas para la casa prescriptas en las terapias sexuales tradicionales.
En nuestro abordaje, la presencia de la terapeuta
durante la ejecución del ejercicio propuesto en el marco de la sesión otorga la seguridad y confianza para hacerlo
ya que el profesional, con una actitud permisiva y desculpabilizante la
habilita a realizar aquello que hasta el
momento le había resultado tan
persecutorio. El acompañamiento
alentador recibido durante la sesión
para alcanzar el objetivo de cada etapa del tratamiento permite que la mujer muchas
veces logre con su presencia hacer ese mismo ejercicio que no pudo realizar
sola en su casa.
La ambientación espacial del lugar en el que se
desarrolla la consulta, con música o sonidos relajantes, luz tenue, y hasta aromas delicados, participan también de las condiciones
necesarias para que las conductas más
favorables emerjan.
La propia voz del terapeuta, su modulación pausada, su
bajo volumen empleada en cada una de las indicaciones dadas, inducen a estados de conciencia no ordinarios
propios de la sugestión hipnótica, que inhiben la intervención de conductas
defensivas adversas.
Por otro lado el enfoque psicosexual del tratamiento
integra los recursos de
diferentes tipos de psicoterapias con
los de la sexología clínica. Asimismo la psicoeducación cumple un rol
fundamental en el conocimiento anatómico genital así como en el aprendizaje de nuevas conductas
de relacionamiento en la comunicación de la pareja
Dentro de los recursos de la terapias sexuales cabe mencionar los conocidos ejercicios de
palcerización sensorial, la sexoeducación respecto de posturas coitales y
cuidados anticonceptivos.
En cuanto a
los aspectos relacionales que participan en la formación de este cuadro, la terapia sistémica de parejas ofrece los
elementos necesarios para explorar e intervenir sobre los juegos e
interacciones que establece cada uno de los integrantes a través de entrevistas conversacionales individuales y
de pareja de manera regular en diferentes momentos del tratamiento.
También se integran dramatizaciones, juego de roles,
y tareas para resolver de a dos en la casa.
La revisión de creencias de las terapias cognitivas son un punto nodal en el tratamiento, cada vez
que es necesario reemplazar prejuicios, información falsa y mitos por
paradigmas más adecuados a la posibilidad de un ejercicio gozoso de la
sexualidad.
La implementación de las terapias comportamentales
también aportan al cambio en cuanto se hace imprescindible el entrenamiento por repetición de las nuevas
conductas sexuales aprendidas. La técnica que más se utiliza es la
desensibilización sistemática orientada a la dilatación progresiva del espacio
intravaginal hasta lograr la total desaparición de las reacciones espasmódicas
reflejas.
Otra singularidad de nuestra propuesta es el
enfoque transdisciplinario del tratamiento. Esto significa que además de
las disciplinas a integrar arriba mencionadas, será necesario incorporar conocimientos de otros dominios como ser la tocoginecología, la kinesiología,
la dermatología, la fisioterapia por biofeedback y electromiografía, la masoterapia, etc.
El hecho de
integrarlos y no sumarlos es lo que le otorga a este enfoque el sentido de
“trans” más que de “inter”- disciplinario. Este compromiso implica un
permanente intercambio con profesionales de otras áreas que muchas veces participan del tratamiento
en contacto directo con los consultantes y otras veces, exclusivamente a través
del diálogo interprofesional que el terapeuta solicita tener con cada uno.
Procedimiento
Designación
del o de los pacientes a tratar
Si la consulta la hace la mujer sola, hacemos primero una entrevista solamente con ella. Allí
evaluamos si el problema de coito no consumado tiene como origen principal su
vaginismo o si se trata de alguna de las otras causas que mencionamos al
comienzo de este trabajo.
Si ella está
en pareja en el momento de la consulta, evaluamos, en forma conjunta, si lo convocamos
a él para la siguiente sesión.
Si la solicita el varón de la pareja, y dice que el
motivo del la no consumación es el vaginismo de su mujer, el primer encuentro
es con los dos y si comprobamos que efectivamente el origen de la dificultad se
centra en su vaginsimo, se continúa con
ella sola hasta considerar la conveniencia o no de integrarlo a él nuevamente.
No consideramos imprescindible que la mujer esté en
pareja durante el tratamiento, aunque si
lo está, alentamos la participación de
su compañero en la forma en que les sea posible a ambos.
Recomendamos a la mujer que en la primera etapa y
hasta nueva indicación, realice los
ejercicios para hacer en casa, sin la presencia de su pareja.
También se proscriben los intentos de penetración
vaginal coital sin interrumpir por ello
sus actividades sexuales habituales.
Duración
del tratamiento
La duración del tratamiento depende efectivamente de
las características de los consultantes. De todos modos, en nuestra experiencia, el vaginismo se resuelve en un promedio de
8 sesiones. La resolución del vaginismo
no implica necesariamente la posibilidad de consumar una relación sexual coital.
Algunas parejas consiguen concretar el coito al
final de dicho período y otras llevan unas dos o tres sesiones más para
lograrlo.
Algunas mujeres que no están en pareja estable y
sólo tienen contactos ocasionales, esperan una
situación favorable para experimentar con otro su habilidad recién adquirida para una penetración coital.
Hay quienes resuelven su problema de vaginismo pero
sus parejas no pueden consumar de todos modos por otros motivos y hay algunos
varones que no quieren asistir al tratamiento desde el inicio y no están
dispuestos a practicar lo aprendido con ellas siguiendo las pautas propuestas
para hacerlo posible.
También hubo casos
en que una vez resuelto el vaginismo, la mujer decidió dejar a su pareja
estable que se mostraba reticente a
participar, para hacer la experiencia con otros hombres más dispuestos a los
que empezó a frecuentar.
Etapas
del tratamiento
El tratamiento consta de tres momentos:
1-Se comienza por una primera entrevista psicoesxual
individual y o de pareja en el consultorio terapéutico, en la que se presenta
la problemática y se hace un primer diagnóstico.
Si se confirma el vaginismo, se continúa con la
descripción del síntoma a través de información
y sexoeducación.
Se les proyecta un video que muestra la experiencia de una pareja con
coito no consumado a causa del vaginismo, y se les muestra un posible modelo de
tratamiento paso a paso.
2- Se
continúa con sesiones individuales en un segundo espacio, el gabinete, con la
mujer sola, lo que describiremos más
adelante en detalle.
Estas pueden ser de entre 6 a 12 sesiones, según la
situación de la que se trate, siempre seguidas de indicaciones con ejercicios
para realizar en la casa.
3- Una vez resuelto el vaginismo se invita a la
pareja a participar de una sesión en el gabinete
donde juntos y sin la presencia del terapeuta, ella le muestra lo
aprendido y lo guía a él en una práctica
asistida.
Desarrollo
de las sesiones de terapia del vaginismo
Se comienza en un consultorio de encuadre informal,
sin escritorio ni sillas, sentadas sobre almohadones en el piso, donde se le
presenta el modelo de trabajo somático
vivencial con compromiso corporal y emocional buscando de construir un vínculo de confianza con la consultante.
Se hace una anamnesis de su historia familiar y psicosexual y luego de
hacer una revisión del esquema corpo-genital y de dar información
somato-anatómica, se establece el contrato y dinámica terapéutica: sesiones de
una hora semanal más la realización de
tareas para la casa.
Luego se le propone una visualización para que
entre en diálogo con su vulva en la que
se le solicita recorra su historia sexual como mujer. Allí se pesquisan
posibles situaciones traumáticas de abuso o de otro tipo por las que pudo haber
atravesado y que no fueron relatadas al tomar la historia clínica, así como otras
posibles experiencias placenteras . Se completa con un dibujo proyectivo de su
vulva hoy. Y de cómo estará cuando resuelva el problema.
Se le
solicita firmar un consentimiento informado que habilita a la terapeuta a
presenciar los ejercicios autoadministardos que la mujer realizará en sus
genitales durante la sesión.
Se continúa luego con las sesiones que hagan falta en
el gabinete provisto de camilla con almohadillas para regular posición de la
cabeza y las piernas, luz tenue, música de relajación. Allí se despliegan una
serie de herramientas provenientes de las disciplinas corporales como ser masajes,
ejercicios respiratorios, emisión de sonidos liberadores, movilizaciones corporales,
sensopercepción, localización y ejercitación de la musculatura perineal.
Es muy frecuente encontrar bloqueos corporales
asociados. Estos se alojan en mandíbulas dando lugar a bruxismos, o en cervicales, cuerdas vocales, aductores y
glúteos.
Para liberar estas tensiones utilizamos ejercicios de
vocalización y respiración con exhalación sonora en los que alentamos a la
mujer a emitir el sonido de una A en el
momento de la expiración entreabriendo los labios de su boca mientras
imagina que también lo hacen los de su
vulva.
Resulta muy útil presentar y completar gráficos de
genitales femeninos así como hacer una
observación de fotos de
diferentes vulvas.
También puede contribuir al conocimiento y
familiarización con su vulva la toma de una selfie de sus genitales para luego dibujarlos y colorearlos marcando
zonas de mayor o menor sensibilidad.
Además se les enseña un automasaje vulvo perineal y
se practica la auto observación con espejo de los ejercicios de
contracción y relajación del suelo pélvico para constatar su correcta o
inversa ejecución.
Estos ejercicios conocidos como ejercicios Kegel,
por el urólogo americano que les dio su nombre al diseñarlos para sus pacientes
con problemas de incontinencia por los años 1955, consisten en una secuencia de
movimientos de contracción y relajación muscular de 5 segundos cada una a
practicar durante unos 5 minutos diarios.
Se comienza con la autointroducción de su dedo en el
orificio vaginal mientras efectúa una fuerte contracción con su posterior de
relajación del interior de su vagina. Esto le permite comprobar como feedback,
el espacio disponible en su interior.
Para facilitar la relajación de los músculos
perineales, se puede utilizar además un
vibrador, que la mujer apoya sobre su mano o apoya directamente sobre su periné.
Se utilizan además otras recursos como tutores de
tamaños crecientes, y vibradores.
La terapia busca una desensibilización sistemática y progresiva a la
experiencia de dolor coital.
Cuando ya es posible introducir vaginalmente el
primer tutor, se incorpora el uso de un equipo de biofeedback o
retroalimentación. El equipo de
Biofeedback monitorea funciones biológicas de las que habitualmente no tenemos
conciencia. Capta mediante sensores, la señal producida por el organismo lo que nos permite tener información
simultánea de nuestra propia respuesta
fisiológica. Al conseguirlo, podemos controlarlas, manejándolas
voluntariamente o modificarlas.
Al poder medir y observar en pantalla la respuesta
fisiológica del piso de la pelvis es posible reconocer las
contracciones musculares involuntarias que se efectúan en forma
refleja como suele darse en todos los casos de vaginismo.
Cuando se logra la penetración con el dilatador más
grande se prueba la introducción del dildo en diferentes posiciones coitales.
Luego de cada sesión se promueve la comunicación e
intercambio verbal de las experiencias y se establecen los ejercicios de tarea
para realizar en su casa así como se les otorga material bibliográfico.
En cada nuevo encuentro se realiza una evaluación de la tarea prescripta y de las dificultades y o logros para realizarla.
Si existe la posibilidad o la necesidad, se
intercalan entrevistas en pareja y ejercicios para hacer de a dos en intimidad.
Se les instruye en la confección de sus propios
tutores de dilatación o se les sugiere la implementación de vibradores de
venta libre en sex shops especializados en el problema.
La literatura o filmografía erótica sirve para
mantener a las consultantes en contacto con el placer, que de todos modos
en general logran mantener a pesar de esta disfunción.
Se le solicita, si aún no la ha realizado, una
consulta ginecológica o de algún otro profesional con los que trabajamos
transdisciplinariamente en esta especialidad.
Incorporación
activa de la pareja a la Terapia
Una vez alcanzado el objetivo de poder
introducirse vaginalmente el dilatador
de mayor tamaño, se invita a la pareja al espacio del gabinete, sin la
presencia del terapeuta, para que ella
le muestre cómo lo hace.
Se les propone luego un ejercicio en tres tiempos. Primero ella se introduce el
dilatador con la mano mientras él la acompaña apoyando la suya sobre la de
ella. Luego es él quien le sostiene dilatador mientras ella lo guía con su mano
a su tiempo y forma y finalmente él le
introduce y retira el dildo imitando los tiempos que ella empleó para hacerlo pero esta vez sin la participación manual de
su compañera.
Una vez lograda la penetración con el tutor, prueban la penetración del mismo en diferentes
posiciones coitales teniendo en cuenta los hábitos sexuales de cada pareja. Se
privilegian las preferencias y posibilidades posturales de ambos miembros. Se
eligen aquellas posiciones en las que la mujer sienta que pueda calibrar el
tiempo y la profundidad de la penetración.
Si la pareja esta bien dispuesta, se les puede proponer hacer estos ejercicios directamente solos en su casa, pero el marco
del espacio terapéutico es muchas veces necesario para que la mujer se sienta
lo suficientemente segura y confiada como para intentarlo hacer con su pareja.
Una vez superada esta etapa, se levanta la
proscripción coital, y se les sugiere comenzar a probar una relación sexual que
incluya la penetración, sin descuidar una adecuada y prolongada estimulación
corporal previa con juegos y caricias.
Se le sugiere de todos modos a la mujer que previamente se introduzca el
dilatador utilizando abundante lubricación.
Se les anticipa que pueden necesitar varios
intentos hasta lograr consumar el coito por
lo que es necesario que se tomen su tiempo.
Se consideran los métodos anticonceptivos a usar así
como se recomienda el uso de preservativo consensuado por ambos.
Consumación
Cuando la pareja logra consumar una relación coital,
les proponemos que organicen algún tipo de celebración con la que a modo de
“rito de pasaje”, establezcan un antes y un después de ese momento que
seguramente se transformará en un hito en sus respectivas historias de vida. Una
vez lograda la penetración, la tarea terapéutica
se orienta a que recuperen el placer
dentro de las relaciones coitales.
Consideraciones
generales
Desánimo, ansiedad, miedo, impaciencia individual o
de la pareja, angustia, frustración y ambivalencia entre querer y no querer
consumar, son sólo algunas de las emociones habituales que se presentan durante
el tratamiento.
Es muy importante ir monitoreando la actitud de la
pareja en relación al proceso de la terapia. También conviene proscribir las
relaciones coitales hasta que la mujer no esté del todo lista para encararlas,
para evitar nuevas frustraciones entre los miembros de la pareja.
Resulta recomendable mantener una comunicación
frecuente entre semana con la paciente vía e-mail.
Esto contribuye a evitar deserciones, o resistencias
que se expresan a veces con
inasistencias a las sesiones convenidas.
Compartiendo
la experiencia con otras mujeres
Un encuentro grupal entre mujeres con vaginismo
puede resultar muy útil para el intercambio de experiencias.
Sugerimos hacerlo cerca de la mitad del tratamiento
para que cada una haya ya tenido la posibilidad de explorar sus propios
recursos.
Si bien resulta difícil reunir a pacientes con estas
características, por el secreto en que mantienen su síntoma, el
conversar con otras que también lo padecen, les alivia mucho la angustia.
Resultados
Las tasas de éxito en el tratamiento del coito no
consumado por vaginismo son muy altas. Representan más de un 90 % de las parejas atendidas con este modelo.
En nuestra
experiencia, muchas de ellas se embarazan pronto y mantienen una vida
sexual coital satisfactoria.
De todos modos, hay quienes desertan o interrumpen
por algunos meses las sesiones.
Vaginismo
secundario
Si bien la mayoría de nuestras consultantes por
vaginismo nunca han tenido una relación coital previa, hay mujeres que han
mantenido relaciones coitales alguna vez en otra época de sus vidas pero en
determinado momento ya no pueden tenerlas. A esto se llama vaginismo
secundario.
Es el caso por ejemplo de la mujer que estuvo en
pareja y hasta tuvo hijos, pero después de una separación o por
viudez deja de mantener relaciones coitales por años hasta que se enfrenta con
una posibilidad, quiere intentarlo y no puede.
Hasta hemos atendido alguna mujer que aún embarazada
por alguna relación casual ya que no mantenía relaciones coitales con su pareja,
queda embarazada y viene a tratamiento porque teme pero quiere poder parir
vaginalmente.
También sucede con algunas mujeres en la menopausia
que por deficiencia hormonal sus paredes vaginales están debilitadas y el dolor que les produce la penetración va
construyendo un reflejo de contracción perineal que hace imposible el coito
Conclusiones
Este modelo de Terapia del vaginismo que permite resolver
el síntoma localizado en una zona del cuerpo de la mujer, abre nuevas
potencialidades para su salud y su crecimiento personal produciendo
cambios en su cuerpo, en su relación de pareja y con todo su
entorno.
Los resultados positivos en los
tratamientos realizados son profesionalmente muy gratificantes por el
reconocimiento que nos devuelve la mujer y la pareja frente al
cambio que representó en sus vidas la resolución de su
problema.
En mi tarea profesional además ha significado integrar mis
diferentes especialidades como Psicóloga, Sexóloga, Somatoterapeuta,
y en Psicoprofilaxis perinatal .
Además me ha permitido ampliar los recursos con los que
tradicionalmente ya cuentan los ginecólogos, psicólogos y sexólogos para el tratamiento del vaginismo
y el coito no consumado cuando el cuerpo y la palabra solas no bastan.
A continuación transcribimos dos testimonios, uno de
una mujer y otro de un hombre que participaron de nuestro tratamiento.
Testimonios
Mujer 24 años
Antes de comenzar a contar mi experiencia querría
aclarar algunas cuestiones de mi vida personal. Tengo 24 años y hace 7 que
estoy de novia. Si bien antes de mi actual pareja tuve otros novios, nunca
pasaron de un par de besos adolescentes. Con mi pareja tenemos una muy buena
relación, nos amamos y conocemos mucho. Creo necesario decir esto para dejar en
claro que no hay nada en nuestra relación que pueda impedir que tengamos
relaciones sexuales. En nuestra intimidad todo siempre iba bien hasta llegar al
momento de la penetración. Cuando él me tocaba yo sentía que algo se cerraba y
que por más que yo intentara relajarme, no podíamos avanzar. Luego de varios
años de intento, de desilusiones y de visitar a la ginecóloga, quien me sacó la
duda de no tener un problema o impedimento físico, decidí ir más allá. Comencé
buscando en Internet, donde descubrí que no era la única que pasaba por esto y
que tenía solución. En la búsqueda me encontré con el nombre de Viviana Tobi,
psicóloga, sexóloga y psicoterapeuta corporal. Comencé a ahondar más en su
trabajo y luego de leer artículos y conocer su lugar de trabajo por medio de la
web, decidí llamarla. En Octubre de 2012 tuve mi primer encuentro con ella.
Antes de llegar estaba muy nerviosa. Soy muy reservada y me cuesta bastante
poner en palabras lo que siento. Al entrar al lugar me recibieron de la mejor
manera y Viviana me hizo sentir muy cómoda. Luego de una hora de charlar con
ella y contarle mi situación, me tranquilizó diciéndome que podía ayudarme. Solo
necesitaba estar decidida a avanzar, a entregarme a sus prácticas y sobre todo
a poner el cuerpo. En los primeros encuentros Viviana me contó acerca del
vaginismo, dificultad de realizar el coito debido a la contracción involuntaria
de los músculos de la vagina. Me mostró videos e imágenes que me permitieron
entender qué era lo que me estaba sucediendo y me enseñó un ejercicio de
respiración para reeducar mis músculos y poder conseguir la relajación
voluntaria de los mismos. Luego de pocos encuentros llegó la hora de pasar a la
práctica. Viviana me presentó tutores de distintos tamaños que se van
introduciendo en la vagina de menor a mayor a medida una vez que una está
preparada para hacerlo. El primero de ellos era de un tamaño menor a un tampón.
Por cierto, yo jamás había logrado colocarme uno. Yo sentía miedo, porque creía
que era imposible que eso ingresara en mi vagina. Lo llevé de tarea a mi casa.
Me preparé, intenté relajarme y comencé con la práctica. Si bien no pude
introducirlo por completo, luego de varios intentos, con ayuda de Viviana y por
mi cuenta, lo logré. En cada encuentro intentábamos avanzar y progresar en la
práctica. Quiero aclarar que me costó mucho llegar al punto en el que estaba
cómoda a la hora de introducir un tutor ya que lleva práctica y trabajo. Pero
una vez que lograba pasar a un nuevo tutor y que los pliegues de la vagina se
acostumbraban a un nuevo tamaño la sensación de “dolor” que sentía,
desaparecía. Viviana me enseñó algunos trucos, además de la respiración, para
que el momento no fuera incómodo para mí, como utilizar vibradores y cremas o
aceites. Creo que la solución se fue dando con la conjunción de respiración y
relajación, tutores y, sin duda, práctica constante. Por otro lado, a medida
que el tratamiento avanzaba, Viviana me mostró un aparato que mide la
contracción y la relajación de los músculos de la vagina. Una vez que logré
introducírmelo pude ver, a través de una máquina, cuan contraídos estaban mis
músculos y con la práctica pude ir relajándolos voluntariamente.
Luego de unos meses de tratamiento logré el momento
tan esperado con mi pareja. Si bien nos costó bastante, no sufrí el dolor que
pensaba que iba a sentir. Las cosas se fueron dando y fue maravilloso. Tres
meses atrás no hubiera imaginado avanzar tanto… Había estado siete años
intentando algo que pude solucionar en pocos meses. Por mi experiencia personal
considero esta terapia excelente y la recomiendo a aquellas que pasan la misma
situación que viví yo. Es un proceso difícil pero muy efectivo y si bien hay
altos y bajos durante el tratamiento, todo lo vivido fue positivo para mí.
Posteriormente a haber logrado tener relaciones sexuales con penetración con mi
pareja Viviana nos invitó a ambos a tener una charla con ella para contarle
nuestra experiencia a lo largo del proceso. Creo que esa instancia nos sirvió
mucho a los dos para avanzar un poco más. Planteamos dudas, intereses y Vivi
nos ayudó a relajarnos aún más, probando cosas nuevas. Considero que ese
encuentro consolidó más nuestro camino. Ambos estamos muy felices de habernos
cruzado con Viviana Tobi y su equipo!!!Solo hace falta animarse J
Varón
40 años
Considerás
que la imposibilidad de tener relaciones sexuales sin penetración con tu pareja
era un problema para vos?
Sí.
Por
qué?
Porque
nos frustraba sexualmente y no nos permitía intentar tener familia.
Cómo
calificarías tu nivel de satisfacción sexual con tu pareja antes de haber
logrado la relación sexual coital?
De
1 a 10, 5.
Cuánto
tiempo transcurrió hasta que buscaron una solución?
Unos
10 años.
Sabías
que para el problema que tenían existía un tratamiento?
Conocía
el término Vaginismo, pero no conocía que lo había hasta haberlo encontrado.
Pensás
que el problema era de ella, tuyo o de la pareja?
No,
de la pareja definitivamente
Quién
tomó la iniciativa para hacer la consulta?
Yo.
Si
fue ella quien decidió hacerlo, qué sentiste cunado ella te contó que iba a
iniciar el tratamiento?
Cómo te sentiste durante el proceso de terapia ?
Bien,
con la certeza que iba a funcionar.
Cómo
participaste?
De manera pasiva en cuanto a las relaciones sexuales, dejando que ella manejase
todo; y acompañando emocionalmente, interesándome en lo que consistían las
sesiones y como progresaba.
Te
hubiera gustado participar de otra manera?
No,
me pareció adecuado.
Qué
es lo que sentiste que más contribuyó a resolver el problema?
El
que la terapeuta le haya transmitido la seguridad que necesitaba mi pareja.
En
qué sentís que cambiaron las relaciones sexuales a partir de la
posibilidad de haber concretado el coito?
En
que ya no estaba presente la presión de saber que ´no podíamos´. Mucho más
relajados y redescubriéndonos.
En
qué sentís que cambió la relación de pareja?
La relación de pareja no cambió, porque no se había dañado. Sigue siendo igual
que antes
Con
quién compartiste la situación por la que estaban pasando?
Con
un compañero de trabajo.
Viviana Tobi
Buenos Aires – Argentina
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